Un día tuve una idea, la creía fantástica, revolucionaria, seguramente cambiaría al mundo. No hice caso de ella, el gran entusiasmo que me había generado se esfumó en cuanto pensé en las barreras que se alzarían frente a mí si la hiciera pública.
Luego empecé a creer en que si seguía a alguien más podía ver en el mundo el cambio que tanto soñaba, entonces me obsesioné con las ideas de otros, defendía sin pensar a ese líder que me imaginaba iba a ser mejor la vida de todos. Después no se que pasó que esa persona a la cual seguía, cambió y de un momento a otro se convirtió en lo que mas odiaba del mundo al que tanto deseaba ver distinto.
Desconsolado busqué al dios que tanto oí hablar desde niño, mi fe creció tan rápido, nunca me había imaginado en esa situación. Para mi mala suerte mi iglesia se desmoronó porque fu fin nunca fue dios. Ahora, sin fuerza, mi viejo sueño cada vez era mas imposible de lograr.
Me hice viejo, ya no creo en nada, pero ahora que pasó el día meditando me he dado cuenta que el cambio siempre estuvo en mi, debí darme una oportunidad antes que a otros.
Creo que la inseguridad, el miedo y la desconfianza hacen con los sueños lo que el insecticida con los mosquitos.. jeje
ResponderEliminarNo hay que olvidar que todo nace de ideas y si no las defendemos es muy probable que grandes proyectos se pierdan en la nada.
Generalmente hay mucho que ganar y nada que perder
Arriesga, cree en ti, que aunque la noche es larga, cuando la luz llegue los sueños se habrán ido
ResponderEliminarDicen que el que no arriesga no gana, vale más decir me arrepiento de lo que hice y no de lo que no hice, porque si no lo haces nunca sabrás que pasaría, en cambio si lo haces y te equivocas, habras aprendido algo,solo confia en ti.
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