Un aire nauseabundo, de muerte, ningún olor, solo muerte.
Sin miedo, solo dolor, dolor extraño, de descrédito, de pasmosidad, de desaliento que apaga, que aniquila.
Ese par de ojos, brillo de ángel. Bracitos, bendita enredadera, por el cuello, por las piernas, por todas partes, como su cuerpo, como su risa. Nunca se irán.
Cada madre, de nuestra destrozada patria, imaginamos todo, casi pérdidas en la nada por este pensamiento, por esta gran indignación, otra vez la indignación por la superlativa perversidad, por la creciente maldad, por la creciente insensibilidad.
Han declarado delito menor.
Porque estos ángeles benditos, ahora mártires, no eran los hijos de ellos, porque los hijos de ellos no van a una bodega, ni un socavón, ni una aula improvisada. Porque a sus hijos que el retorcido destino quiso dejarlos donde hay abundancia de vestidos, de viandas, de cuidados extremos, de vigilancia máxima. Sí, porque son los hijos de ellos, que se trasladan con escoltas por la ciudad, en coche blindado o en helicóptero. Sí, ellos tienen que llegar a la escuela, al club, a tiempo. Deben regresar a casa, a salvo, cada día. Niños ellos, niños los nuestros, la desigualdad nos desangra.
Lo hacen con nuestro dinero, el dinero le pertenece a todos. El abuso desmedido, desquiciado contra nosotros.
Este revoltijo de ideas, está mezcla de sentimientos le ha quitado el sueño a cada madre de este país, las que hemos pasado por un guardería, para asegurar a nuestro críos, podemos llorar con estrujante dolor por esos inocentes, por esos niños que nacieron portando el mismo derecho a un destino de luz.
Se ahonda la protesta, se derrama el vaso, nuestras manos se alzan en puño, aquí y allá para gritar, para exigir que calle la mentira, para que caigan esas manos que nunca han sido limpias, porque el lodo y la sangre están ocultos debajo de su piel, aborrecible, repulsiva. Manos que saludan, que decretan, que firman para la complicidad. Falsas porque no han tocado la verdad, porque no desean hacerlo. Esas manos que no quisieron evitar la tragedia, que no activaron la palanca para que unas guarderías se erigieran dignas, acogedoras.
Esas manos que han provocado el llanto que nos oprime el pecho, que nos mantiene el pensamiento triste.
Sepan ustedes madres de corazón rasgado por tan profunda pena, que va hasta ustedes nuestro solidario abrazo, y sepan que no pudimos contener las lágrimas los millones de lágrimas por sus niños, que los sentimos un poco nuestros.
Que la búsqueda hasta hallar la respuesta. Somos todas, somos todos. Nos encontraremos.
AUTOR: osagon73@hotmail.com
EN MEMORIA DE LOS BEBÉS DE LA GUARDERÍA ABC – HERMOSILLO, SONORA.
5 DE JUNIO DEL 2009 - 5 DE JUNIO DEL 2010
UN AÑO DE LUTO
Sí, el dolor es mucho, al igual que la indignación que sentimos ante tanta impunidad. No dejemos que el tiempo ni la ayuda economica que nuestro Sr. Presidente ofreció a los padres que perdieron una parte de su vida deje en el olvido lo sucedido en Sonora.
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